CIUDAD DE MÉXICO.- La Iglesia católica del estado de Chiapas, suertes de México, pidió este jueves al Gobierno mexicano poner fin a la violencia y llevar a la práctica políticas migratorias más humanas para los migrantes que cruzan por el país.
Esto, tras el incendio, el pasado 27 de marzo, de una estación migratoria en Ciudad Juárez, donde fallecieron 40 migrantes.
«El Gobierno mexicano no sirve y no ayuda a los migrantes, porque no están haciendo su trabajo como debe ser y un ejemplo claro es la mala política migratoria que existe en este país», dijo a EFE, César Augusto Cañaveral Pérez, presbítero responsable de la Pastoral de Movilidad Humana de la Iglesia católica en Tapachula, Chiapas.
Añadió que «ya van cuatro años del actual Gobierno (que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador) y van más de 100 muertes de migrantes en México, los del accidente del tráiler en Chiapa de Corzo en diciembre de 2021 y en este 2023, en menos de 4 meses los 40 de Ciudad Juárez, además de lo que han fallecido en el camino».
Tras el acto religioso del lavatorio de pies a migrantes en este Jueves Santo, que se llevó a cabo al interior del albergue «Belén», ubicado en esta ciudad, fronteriza con Guatemala, el presbítero acusó que el Gobierno mexicano engaña a los activistas y migrantes.
Señaló que en el albergue viven más de 570 migrantes, entre mujeres, niños y familias completas y por ende tiene «una sobrepoblación».
Ante ello, denunció que el Gobierno mexicano «siempre los engaña y nunca les ha brindado un apoyo» al tiempo que señaló que los albergues llevan a cabo el trabajo que les corresponde a las autoridades mexicanas.
«El Gobierno mantiene una política de no ayudar y de ahuyentar a los migrantes con persecuciones de agentes de migración y militares», expuso.
Este jueves, cientos de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo y que van en tránsito por México, participaron en una misa y en el tradicional lavatorio de pies.
Una mujer migrante de Guatemala, quien dijo llamarse Amalia Rosales, para resguardar su identidad y viaja con dos menores, representó, junto con otros 11 migrantes centroamericanos, a los 12 apóstoles a quien según la tradición católica, Jesús les lavó los pies.
«Para mí fue un honor compartir y participar y tener esa fe que Dios nos va ayudar en el camino, él me ha puesto muchas pruebas que he pasado y superado», contó Torres a EFE, quien llegó a México el pasado 31 de enero y ya cumplió dos meses y medio en espera de sus documentos migratorios.
Otro migrante, Modesto Urrutia, de Nicaragua, quien lleva seis meses en el albergue en espera de su tarjeta de refugio razones humanitarias se dijo orgulloso de participar en escenificación de la muerte y resurrección de Jesús.
«Nos llena de emoción seguir las tradiciones como católicos que somos y fortalecer nuestra fe, aunque estemos lejos de casa, ya que todos tenemos mucha necesidad de ir a nuestro destino», dijo Urrutia, quien al estar fuera de casa y lejos de su familia recordó juntos los días en que su país celebraba la también llamada Semana Mayor en la religión católica.